El Pulgón es una de las plagas más comunes en nuestro país, ya que se trata de una especie con una gran variedad de géneros, unos atacan a una sola especie de planta y otros son más polífagos. Son unos insectos pequeños (de pocos milímetros) y de varios colores, aunque principalmente son verdes, amarillos o negros. Es una plaga que ataca en primavera y en verano, sobretodo en condiciones de sequedad ambiental. Actúan clavando su pico en las hojas, chupándoles la savia.

Los daños más característicos que causa son: ataques a los brotes, sobre todo los más tiernos, que es dónde se establecen preferentemente y las hojas enrolladas y pegajosas (debido a la melaza que excretan). También son responsables de la aparición del hongo de la negrilla (Fumagina) y de hormigas, ya que aprovechan la melaza que excretan y están cerca de ellos para limpiarlos y protegerlos.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el de actuar como vectores de enfermedades, como virus, ya que pican plantas infectadas y al picar las sanas les transmiten el virus.

Las orugas se alimentan de las acículas, provocando la defoliación del arbolado, pudiendo llegar a ser total. En el monte los ejemplares situados en los bordes de los pinares y los claros son los más afectados. El árbol rebrota al año siguiente, repoblando la zona afectada, aunque si los ataques son severos se produce un debilitamiento acusado, situación que aprovechan otros insectos para iniciar sus ataques.

Las orugas producen urticaciones a partir de su segundo estadio a personas y animales, de manera que en parques y jardines se deben llevar a cabo los tratamientos necesarios para la supresión de la plaga.

Prefiere Pinus nigra y le atacará a este en primer lugar, pudiendo usar esta especie como indicadora de la presencia de la plaga.